Asomado a la Palabra (Libro introductorio)

09/25/2020

En la trama del papel

bajo el microscopio

observé un planeta

un punto negro

en el universo táctil de la especie

(i)


A la muerte se le puede hacer bullying

y decir sin temor lo fea que es

tal vez con la convicción

de que vamos a despertar de la pesadilla

un día cuando se cubran

de nuevos átomos nuestros huesos

y la muerte devuelva a los cautivos

de su grotesca melodía

Otra manera sería no decir nada

aunque nos abrume su obscena presencia

y bailar con ella a pesar de que en el vacío de su pecho

abunde un sin fin de palabras mortuorias

A la muerte hay que llevarla

de un lado a otro sin miedo

que no se quede quieta en ningún momento

Girar con ella hasta que pierda

el sentido de orientación

y se olvide de nosotros

Si tú quieres le puedes hacer un desprecio

con la esperanza que padezca de alzhéimer

y devuelva a los justos

A la muerte hay que dejarla un verano en la playa

sin quitasol para derretir su tímpano de hielo.

A la muerte hay que sacarla a bailar

moverla hasta que pierda la compostura

colorear con un ritmo intensamente rojo sus mejillas

tocando tangos de Piazzola

y provocar así otro cisma

pero esta vez dentro del corazón para cambiarlo

de una vez por toda y despertar al muerto

que todos llevamos dentro

(xvii)


Desde el vaho de la iniquidad

una nueva ideología volvía a dividir

a la especie

(xix)


Un exultante cacareo se escuchó al amanecer

Las gallinas habían roto el cascarón del silencio

habían creado pequeños planetas casi de la nada

formas perfectas para aturdir el hambre de las multitudes.

En el reverso sobre las planicies polvorientas del holocausto

en la atroz oscuridad yacen otras aves en despojo y máscara

Picos humeantes en la diáspora

sexos emplumados para la batalla final

Gallinas Robot expulsadas del jardín de los afectos

ideologizando con su morbidez esperpéntica

la carne fresca de nuevas generaciones

Gallinas Robot ávidas del rito de expulsar

bajo las barbas del rayo de medianoche la malévola ofrenda

a su dios de papel maché

Gallinas púrpuras

castellanas criollas

(xxviii)


Vi su figura semejante al sol

acercarse a la niebla.

Desenmascarar al yo desprovisto

de la corteza profunda

del oxígeno

y esperar

para restaurarnos

de la orfandad de la luz

(xxxv)


Él ata la flama al dintel de la puerta

y deja que su aroma

inunde los olfatos del aire

Él lleva la ingrávida cuerda de la salvación

en sus manos de astronauta

(xxxvi)


Él le ha dicho al amanecer no duermas

y desde aquel día rodea el mundo

con su fisonomía llena de luz y porvenir

(xxxvii)


En ese aire

que son las palabras

la rosa del viento gime

Y yo entro

y salgo de su hendidura

aquella luz fosforescente.

Ahí está el sustantivo reloj

y tantos otros

como río

lluvia

bondad

o justicia. Donde siempre hay

un algo un yo un nosotros

(xxxix)


Asomado a la palabra
el ojo verbal del insomnio

parecía soñar otra existencia

(xl)



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